¿Sabías que las emociones juegan un papel
fundamental en nuestras finanzas? Gestionarlas
desde la razón ayuda a la economía personal en
tiempos de crisis.
Las coyunturas, la incertidumbre y los cambios,
naturalmente, generan miedo. El sentirnos
vulnerables y asustados es inherente a nuestra
condición humana, sin embargo, no identificar y
gestionar nuestras emociones de forma racional puede
llevarnos a tomar decisiones perjudiciales para
nuestra salud física, mental y financiera.
Pero, ¿qué tiene que ver esta última con lo que
sentimos? ¡Mucho más de lo que creemos! Resulta que
nuestro cerebro funciona así: de las emociones nacen
los pensamientos, que luego se convierten en
acciones
y, finalmente, en comportamientos. Entonces, cuando
emocionalmente consideramos que estamos en medio de
una situación fuera de nuestro control, tendemos a
actuar de forma acelerada.
Sara Díaz, sicóloga de Bienestar Financiero de SURA,
explica que “hay que mirarnos de forma holística
como seres integrales y ser conscientes de la
interrelación que existe entre nuestro bienestar
físico, mental y económico en las distintas esferas
de la vida”. Para esto, propone, primero reconocer
cómo funciona el cerebro cuando está expuesto a
momentos estresantes.
La amígdala es la estructura cerebral que reacciona
haciendo todo lo que esté a su alcance para sacarnos
de lo que identificamos como peligro inmediato,
aunque esto no sea racional. Si le añadimos a su
función natural los sesgos cognitivos con los que
observamos y juzgamos nuestra realidad, logramos
descifrar, por ejemplo, de dónde vienen las compras
compulsivas por pánico, que suelen presentarse por
el temor a lo desconocido y por la creencia de que
un problema grave justifica una respuesta dramática:
comprar 500 latas de atún para un período de
contingencia de tres semanas no es una decisión
acertada.
A esto, profundiza Díaz, se le suma el sesgo de
confirmación, que nos lleva a estimar como cierto
aquello que coincide con lo que pensamos
previamente. Por ejemplo, si de 1.000 supermercados,
en uno de ellos se han desocupado algunas
estanterías, reafirmamos nuestra idea impulsiva de
la necesidad de darnos prisa, comprar desmedidamente
y acaparar todo antes de que se acaben las
provisiones.
Y, además de estos dos sesgos, hay un factor
predominante en los tiempos de crisis: la influencia
colectiva, esa que nos motiva a imitar los
comportamientos de otros cuando se producen
masivamente. Al estimar que estamos haciendo algo
que es proporcional a lo que percibimos que otras
personas hacen, aunque necesariamente no nos
produzca bienestar de forma tangible, nos genera
cierto alivio.
Estos tres elementos, como imanes, se unen cuando
hay incertidumbre. ¿Por qué sucede esto? Porque
buscamos, inevitablemente, tener el control de cada
cosa que pasa. Realmente son las emociones más
primarias las que rigen lo que hacemos con nuestras
finanzas en tiempos de crisis, por eso el manejo de
estas y de los pensamientos, antes de que se
conviertan en comportamientos, es una herramienta
fundamental para nuestra salud económica personal,
familiar, empresarial o colectiva.
Afortunadamente, nuestro cerebro también tiene
circuitos que permiten evaluar racionalmente las
circunstancias para no proceder guiados
exclusivamente por ellas. Estas son algunas
preguntas que podemos hacernos para activar el área
frontal de nuestro órgano rector, que maneja las
respuestas del comportamiento, antes de tomar una
decisión apresurada:
-
- ¿La información que me llevó
a sentir que debo tomar esta decisión es
verídica, está comprobada y es recomendada por
fuentes oficiales?
-
- ¿Estoy evaluando la
situación con calma, identificando los
verdaderos beneficios y consecuencias de esta
decisión?
-
- ¿Esta decisión aporta
realmente a mejorar el futuro al que le tengo
miedo o solo me genera una sensación de control
temporal?
-
- ¿Realmente mis necesidades
requieren de este gasto? ¿Estoy teniendo en
cuenta las necesidades de los demás?
Que evaluar la forma de sentir, pensar, actuar y
comportarnos se vuelva parte de nuestro día a día.
No solo nuestro cuerpo, mente, corazón y familia nos
lo agradecerán, sino también nuestro bolsillo. Como
lo dijo Robert T. Kiyosaki, “la mente es el activo
más poderoso que tenemos los seres humanos, por
ende, invierte en tu mente y estarás haciendo el
negocio más grande de tu vida”.